No la conocíamos, pero apuntad su nombre, Nawell Madani, una actriz que da el papel a la perfección, que sabe interpretar y que mantiene en todo momento el dramatismo de la serie.

Una serie que, esta vez, no es nada sin el peso de unos actores que responden al reto y que no se limitan a dejarse llevar por las sorpresas de la trama (thriller clásico). Todo bien hilado: los personajes no son títeres de las circunstancias, un buen guion.

Posee esa gran virtud del cine francés, en toda su brutal y elegante sinceridad de conseguir hacer un thriller sin caer en “querer ser Hollywood”. Mantiene su toque de verdad, su terrible dosis de realidad social, su punto de denuncia y, a la vez, consigue entretener.

Una cinta de mujeres, sobre la comunidad magrebí en Francia, sobre realidades que están ahí. Las cuenta, sin insultar, gran virtud de las que algunos movimientos deberían aprender un poco.

Francesa hasta la médula y nos encanta el toque francés, siempre (o a veces) tan reivindicativo, pero que sabe encontrar un equilibrio entre la ficción (soterrada a veces) y esa nouvelle vague de realidad que, en fondo, esconde tanta fuerza estética.

Que la disfruten.